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Amor, violencia y adolescencia

Sí, la violencia de género también aparece en la adolescencia, y con mucha más frecuencia de la que pensamos. En 2013 aumentó en España un 5% el número de menores maltratadores que fueron juzgados (151) respecto al año anterior, según los datos del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial. Pero la gran mayoría de estos maltratadores, nunca serán denunciados. El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha hecho público un estudio que refleja que una de cada tres adolescentes reconoce sufrir un «control abusivo» por parte de su pareja. ¡Una de cada tres! Y las nuevas tecnologías y medios de comunicación facilitan esta labor de control. Pero lo peor de todo, es que tiende a considerarse “normal”.

Debido a las propias características del maltrato, que siempre ocurre poco a poco y va introduciéndose en nuestra vida de manera sutil,  es difícil de detectar cuando una misma lo está sufriendo. En la adolescencia, nos encontramos además con chicas que comienzan sus primeras relaciones, que tienen aún más dificultad si cabe para diferenciar lo que es normal en una relación, lo que es violencia y lo que no, que están formando su identidad  y se sienten inseguras ante la multitud de cambios físicos, psicológicos y sociales que conlleva este periodo y que conviven con una idea romántica del amor que aparece en todas las canciones y películas.

Muchas personas asocian la violencia a los golpes. Está claro que si el primer día que conocemos a una pareja, esta nos da un puñetazo, inmediatamente lo calificaríamos de violencia y abandonaríamos esa relación. Pero la violencia de género nunca comienza así. Es importante conocer, desde que nos sumergimos en nuestras primeras relaciones,  qué es violencia, qué es amor y qué no lo es. Porque aunque pueda sorprender, los límites son difusos, y muchas jóvenes y no tan jóvenes pueden confundir los celos y la posesión con el amor.

¿Qué es una relación sana?

Nadie nos enseña cómo debe ser una relación. Es algo que vamos aprendiendo con la práctica y que vemos a nuestro alrededor en la tele, la música, en casa…  Una relación sana tiene los siguientes ingredientes: sinceridad, tolerancia, nos permite ser uno mismo, tomamos decisiones compartidas, damos y recibimos apoyo, existe confianza, compromiso, deseo, igualdad, nos sentimos con derecho a decir no, derecho a tener tu propio grupo de amigos, respeto mutuo, respeto a tu familia y amigos, mantenemos una comunicación abierta, percibimos generosidad, derecho a vestir como a uno le gusta, nos divertimos juntos… En las relaciones sanas también aparecen conflictos y es normal que se discuta y se hable para gestionarlos, pero en ningún caso existe violencia.

 ¿Qué es la violencia de género?

Es una expresión de desigualdad entre hombres y mujeres basada en la superioridad del hombre sobre la mujer, y esto incluye múltiples manifestaciones en las que la agresión física no es la más frecuente ni muchas veces la más dañina. A parte la violencia física nos encontramos también con la violencia psicológica donde podemos encontrar: comentarios degradantes (¡muchas veces muy sutiles!), insultos, chantajes, humillaciones, comparaciones denigrantes, desvalorizaciones, críticas constantes, celos, anulación de nuestras decisiones, enfadarse a menudo por cosas sin importancia, amenazas, destrucción de objetos de valor sentimental, culpar al otro, controlar lo que hace, mostrar desconfianza …

Otro tipo de violencia es la sexual, nadie puede imponerte mantener una relación sexual completa o incompleta o exigir por ejemplo que le mandes fotos comprometidas. Ni abusando de su poder ni con técnicas más sutiles como la pena, la culpa…

Y por último, nos encontramos con la violencia social: cuando nuestra pareja nos trata mal delante de otras personas, critica a la gente que queremos, se enfada cuando salimos o nos lo pasamos bien (muchas veces no asocian el enfado directamente con la salida pero el  caso es que siempre hay mosqueos cuando te lo has pasado bien sin él), controla nuestras relaciones sociales, nos aísla de la familia y los amigos, controla nuestras llamadas de teléfono, nuestra forma de vestir, nos hace mentir a nuestra familia, controla nuestras redes sociales en Internet….

La violencia suele comenzar de manera sutil y poco a poco va siendo cada vez mayor, siendo cada vez más difícil de abandonar la relación.

¡Ojo! No tienen que aparecer todas estas cosas a la vez para que exista violencia machista. Todas y cada una de ellas por separado son indicadores en si mismos y tenemos que tener cuidado de no justificarlas, porque  lo natural es que tendamos a hacerlo: “es verdad que me hace esto PERO….”. No te sientas extraña o tonta por tratar de hacerlo porque es normal y es por eso que estoy escribiendo este artículo, porque es muy difícil darse cuenta de que esto está pasando. Es verdad que alguno de los indicadores mencionados puede aparecer de forma puntual en una relación sana, pero no debemos permitir que se repitan.

En cualquier caso, si dudas, de forma general, para detectar cuando existe violencia machista hay dos cosas que tenemos que tener muy en cuenta:

1)      El MIEDO es un buen indicador de que no nos encontramos ante una relación sana. Cuando tememos hacer o decir algo por miedo a su reacción, por miedo a hacerle daño o que nos lo haga… es una señal de alarma importante a tener en cuenta. Es la principal alarma. No podemos vivir con miedo en una relación de amor.

2)      La SEPARACIÓN de nuestra familia o amigos, cuando la otra persona nos pone en contra o debido a la relación con ella estas relaciones se estropean.

Otras emociones que podemos sentir cuando estamos sumergidas en una relación de maltrato son: victimización (me resigno a sufrir sin buscar soluciones, “ya se pasará”, “me aguanto porque le quiero, no sé qué haría sin él, me necesita…”), culpa, vergüenza, abandono de mi imagen personal, mis aficiones, mis estudios, rabia, tristeza, nerviosismo, inseguridad, problemas de sueño o alimentación….

 ¿Qué hacer?

Si hay maltrato, debes alejarte porque no vas a poder cambiarlo. La relación ya no es sana y no hay marcha atrás, aunque algo dentro de mí me diga que sí. Esa persona que me maltrata no necesita mi ayuda y el único responsable de que me trate mal es él (da igual lo difícil o no que sea su vida).

Abandonar la relación no es tan fácil, lo sé,  pero hay pasos intermedios que podemos ir dando para conseguirlo. Hay dos cosas básicas que podemos empezar a realizar y que nos irán dando fuerza para dar el paso de romper la relación:

1)      Cuidarnos a nosotras mismas. Volver a cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente, retomar nuestras actividades y aficiones, recuperar nuestra AUTONOMIA, preocuparnos de nuestro futuro profesional y volver a retomar nuestras relaciones y el acercamiento a la familia.  Esto nos irá dando fuerza y nos hará ver que no estamos solas y que no dependemos de ninguna pareja.

2)      PEDIR ayuda. Es muy complicado ir realizando todo esto sola, porque la otra persona va a ejercer mucha presión cuando vea estos cambios. Cuentaselo a alguien en quien confíes tanto si tienes dudas de que realmente hay maltrato como si no. Contarlo puede ayudarte a aclararlo y a ver las cosas desde fuera. También puedes buscar ayuda profesional. Tu misma con las orientaciones y apoyo adecuado puedes salir de esta situación. Aunque no vaya a ser fácil, un día te darás cuenta de lo importante que ha sido tomar esta decisión. Aunque estés  bajo amenaza (bien que puede hacerte o hacerse daño, o tiene fotos comprometidas que puede publicar…) es importante que des este paso porque el problema siempre irá a más y es necesario cortarlo cuanto antes. Busca apoyos y déjate guiar por la gente que de verdad te quiere o que entiende sobre el tema..

El 016 es un teléfono para llamar si eres víctima de maltrato o si conoces un caso cercano de violencia machista. Es gratuito, funciona las 24 horas del día los 365 días del año y no deja rastro en la factura del teléfono. Nadie sabrá que has llamado. Es confidencial y pueden orientarte sobre qué pasos dar. ¡No estás sola!

3)      Y recuerda que… TODO EL MUNDO TIENE ALGO BUENO, hasta el ser más terrible de la tierra lo tiene. NUNCA podemos permanecer al lado de una persona porque tiene cosas buenas. NO HAY QUE SUFRIR por amor. NADIE se muere de amor. NO necesitamos a nadie en concreto para sobrevivir o ser felices. NO existe la media naranja ni el príncipe azul sino que somos compatibles con muchas personas. El amor NO todo lo puede. NI tu lo necesitas a él NI él te necesita a ti. El amor SUMA, NO resta; no tienes que abandonar objetivos, actitudes o personas por culpa del amor.

 

Hago una nota final para recalcar que si bien violencia machista es la forma más habitual (y por eso me he centrado en ella) también cada vez son más frecuentes este tipo de relaciones dañinas de la mujer hacia el hombre o de entre parejas del mismo sexo.

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