Dos años asombrándonos juntos. Tú del mundo. Yo de ti.
Hace nada siento que escribía las entradas más personales de mi blog relacionadas con mi «reciente» maternidad (siempre te sientes reciente)… Y de repente te das cuenta de que ya no tienes un bebé.
Tienes un niño.
No parece una diferencia importante pero sí lo es.
Un niño que empieza a diferenciarse de ti, que empieza a reafirmarse y a utilizar constantemente el “NO” y el “YO SOLITO”… a la vez que sigue necesitando infinitamente de la seguridad de poder contar contigo… para poder separarse de ti. Para crecer. Y mientras, tú por un lado te sientes orgullosa de verle crecer y aliviada de que ya no te necesite tanto (error, te necesita igual o más pero de otra manera) y por otro, te atraviesa el miedo de ir soltando y la nostalgia de ser consciente de la velocidad del paso del tiempo (porque cuando eres madre pasa aún más veloz). La maternidad está llena de contradicciones. La vida lo está.
Y te das cuenta también, de que aunque parecía que ya no podías quererle más… Si puedes. De que el amor crece de forma exponencial con el paso del tiempo. Y te da vértigo querer tanto. Y te hace feliz querer tanto. Y te aterra querer tanto. Más contradicciones.
En esta edad, es también asombrosa la cantidad de aprendizajes que cada semana observas en ellos. Una vez leí que el 80% de las cosas que aprendemos en la vida ocurre entre el nacimiento y los 4 años. Estoy segura de que es así. Y además las más importantes.
Cada día es una sorpresa.
Otra de las cosas que más me llama la atención de su desarrollo en este momento es la capacidad de imitación. Tan potente que a veces te encuentras descubriendo cosas de ti que ni si quiera tú habías observado hasta que ves su reflejo en él. Y otra vez en mí la sorpresa, el orgullo y el miedo… de tener la responsabilidad de ser un buen modelo para él.
Hay un dicho que habla de los “terribles dos años” pero yo creo que en realidad son “los asombrosos dos años”… si los observas con curiosidad y tratas de comprender cómo cada cosa que ocurre cumple su función en el camino de hacerse mayor. Educar desde esta perspectiva ayuda a mejorar nuestra paciencia y nuestro disfrute.
Ahora mismo si tuviera que destacar las 5 “varitas mágicas” que más me están ayudando en esta etapa son:
- Las rutinas y la coherencia. En esta edad adoran las rutinas (están aprendiendo tantas cosas que necesitan y demandan sentir cierto control y predictibilidad). Aprovechémoslo. Tratar de hacerlas siempre que podamos siguiendo los mismos pasos evita órdenes y discusiones (os daréis cuenta de que llevan un poquito mal lo de las órdenes en esta etapa). Dicen las profes de infantil que este es el secreto para poder tener 15 niños a su cargo. Sobra decir que rutinas no es rigidez. Una cosa curiosa que sin querer hemos adoptado como rutina y que veo que nos ayuda mucho es despedirse. Despedirse del parque “adiós parque, hasta mañana”, del tobogán, de su cama, de su moto, del agua de la bañera… le ayuda a llevar mejor el cambio de actividad y esos pequeños «mini-duelos».
- Darle sensación de control. Invitarle a tomar muchas decisiones. “¿Te pongo la camiseta de Mickey o la azul?” en vez de “ven que te visto” me facilita que quiera vestirse. Creo que facilitarle que pueda manifestar sus preferencias en las pequeñas cosas y sentir que se respetan, le ayuda a asumir mejor cuando no puede ser así. Aprovechemos la necesidad de imponerse como ser independiente de esta etapa a nuestro-su favor.
- Pedir en positivo. Esta me resulta más difícil. Estoy constantemente corrigiéndome. Creo que estamos tan acostumbrados al lenguaje en negativo… “Hablemos bajito” en lugar de “no grites”, “los papeles se tiran a la papelera” en lugar “no lo tires al suelo”. Es cuestión de entrenar. Le ayuda a saber más claramente lo que tiene que hacer y nos ayuda a manejar la tendencia a la oposición tan característica de esta etapa.
- La calma. Centrarme más en tratar de autocontrolarme yo que en controlarle a él.
- Dejar que lo intente. Siempre que no sea peligroso. Dejar que lo intente y descubra él solo sus límites y su potencial aunque yo piense que no puede hacerlo. Es otro punto en el que quedo asombrada. La cantidad de cosas que puede hacer y yo pienso que no (reflexión: ¿Qué pasaría si yo también intento hacer todas cosas que pienso que no puedo?).
Y con esto me despido por hoy.
¿Cuáles son vuestros trucos “top 5” de esta etapa? ¿Qué es lo que más os asombra?